viernes, 29 de enero de 2010

Crisis de Identidad


- ¿Quién sos?
- Soy vos.
- ¿Cómo podés ser yo?
- Estoy en vos, soy lo que sos cuando vos no estás.
- ¿Cuando no estoy? ¿Qué querés decir? Yo siempre estoy, yo siempre soy.
- Jaja. Perdoná, pero no, a veces te convertís en mí. ¿O no te da la sensación de que a veces perdés la noción del tiempo, que estás ausente? No me digas que es mentira que a veces te despertás con marcas que no te acordás como se hicieron. ¿En verdad pensás que lo soñabas? Jajaja.
- ¿Qué? No. No puede ser. ¿Quién sos? ¿Qué querés? Andate de acá. Vos no sos real.
- Estoy por ser más real de lo que sos vos.
- ¡Pará, dejame en paz! ¿Qué querés?
- ¿Qué quiero? Quiero volver a tener control sobre nuestro cuerpo, estoy cansado de quedarme sentado acá en sombras mientras vos, tan ingenuo, seguís intentando arreglar esta vida. El único que puede arreglar nuestros problemas soy yo, vos sos demasiado débil. ¿O te pensás que todo lo bueno que te está pasando es cuestión de suerte? ¡Qué chabón iluso! Jaja. Ya me cansé de tener el control de a ratos, y cuando lo tengo hacer que no te des cuenta de que existo. Pero ya está, ya fue, porque soy más fuerte que vos. Yo se como tener todo bajo control, incluso a vos. Es más, creo que dominarte a vos es el trabajo más fácil. Si algún día te hacés bastante fuerte voy a estar esperando tu revancha. Por ahora dejame solucionar nuestra vida. Es mi turno esta vez. Quedate mirando desde nuestras sombras.

lunes, 25 de enero de 2010

Posibilidades de la Abstracción

Trabajo desde hace años en la Unesco y otros organismos internacionales, pese a lo cual conservo algún sentido del humor y especialmente una notable capacidad de abstracción, es decir, que si no me gusta un tipo lo borro del mapa con sólo decidirlo, y mientras él habla y habla yo me paso a Melville y el pobre cree que lo estoy escuchando. De la misma manera, si me gusta una chica puedo abstraerle la ropa apenas entra en mi campo visual, y mientras me habla de lo fría que está la mañana yo me paso largos minutos admirándole el ombliguito. A veces es casi malsana esta facilidad que tengo.
El lunes pasado fueron las orejas. A la hora de le entrada era extraordinario el número de orejas que se desplazaban en la galería de entrada. En mi oficina encontré seis orejas; en la cantina, a mediodía, había más de quinientas, simétricamente ordenadas en dobles filas. Era divertido ver de cuando en cuando dos orejas que remontaban, salían de la fila y se alejaban. Parecían alas.
El martes elegí algo que creía menos frecuente: los relojes de pulsera. Me engañé, porque a la hora del almuerzo pude ver cerca de doscientos que sobrevolaban las mesas en movimiento hacia atrás y adelante, que recordaba particularmente la acción de seccionar un biftec. El miércoles preferí (con cierto embarazo) algo más fundamental, y elegí los botones. ¡Oh espectáculo! El aire de la galería lleno de cardúmenes de ojos opacos que se desplazabn horizontalmente, mientras a los lados de cada pequeñobatallón horizontal se balanceaban pendularmente dos, tres o cuatro botones. En el ascensor la saturación era indescriptible: centenares de botones inmóviles, o moviéndose apenas, en un asombrosocubo cristalográfico. Recuerdo especialmente una ventana (era por la tarde) contra el cielo azul. Ocho botones rojos dibujaban una delicada vertical, y aquí y allá se movían suavemente unos pequeños discos nacarados y secretos. Esa mujer debía ser tan hermosa.
El miércoles era de ceniza, día en que los procesos digestivos me parecieron ilustración adecuada a la circunstancia, por lo cual a las nueve y media fui mohino espectador de la llegada de centenares de bolsas llenas de papilla grisácea, resultante de la mezcla de corn-flakes, café con leche y medialunas. En la cantina vi cómo una naranja se dividía en prolijos gajos, que en un momento dado perdían su forma a cierta altura de un depósito blanquecino. En este estado la naranja recorrió el pasillo, bajó cuatro pisos y luego de entrar en una oficina, fue a inmovilizarse en un punto situado entre los dos brazos de un sillón. Algo más lejos se veían en análogo reposo un cuarto de litro de té cargado. Com curioso paréntesis (mi facultad de abstracción suele ejercerse arbitrariamente) podía ver además nua bocanada de humo que se entubaba verticalmente, se dividía en dos translúcidas vejigas, subía otra vez por el tubo y luego de una graciosa voluta se disersaba en barrocos resultados. Más tarde (yo estaba en otra oficina) encontré un pretexto para volver a visitar la naranja, el té y el humo. Pero el humo había desaparecido, y en vez de la naranja y el té había dos desagradables tubos retorcidos. Hasta la abstracción tiene su lado penoso; saludé a los tubos y me volví a mi despacho. Mi secretaria lloraba, leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante. Para consolarme decidí abstraer sus lágrimas, y por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida esta llena de hermosuras así.


Julio Cortázar

martes, 19 de enero de 2010

It gives faith just to see what two people can be.

¿Existen las casualidades por el sólo hecho de suceder, sin alguna razon? ¿O son causalidades? Hechos que suceden por una razón determinada por el destino que les da el carácter de casual, con el objetivo de que tales sucesos sean más intensos, más emocionantes, más apasionantes y nosotros los llamamos casualidades, coincidencias, por no haber planificado su proceder.
"Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido" entonces no existe la casualidad sin causalidad e irónicamente al tener causa no puede ser casual, todo viene de algo y se dirige hacia alguna parte, conoscamos o no su causa o su destino. Obviamente ésto sólo puede ser aceptado por quien crea en el destino, y volvemos a la vieja pregunta filosófica ¿el destino existe?No se puede comprobar, pero se puede creer y por hoy he decidido creer. Creer que todo tiene una razón aunque ignoremos cual sea. Creer que todo tiene un fin aunque desconozcamos cual es. Creer q hay una cadena de causa y efecto y que nada sucede por el simple hecho de suceder.



Y da fé sólo ver lo que dos personas pueden ser.

viernes, 15 de enero de 2010

El Caballero De La Armadura Oxidada

"Cuando el caballero despertó, vio a Merlín y a los animales a su alrededor. Intentó sentarse, pero estaba demasiado débil. Merlín le tendió una copa de plata que contenía un extraño líquido.
- Bebed esto - le ordenó.
- ¿Qué es? - preguntó el caballero, mirando la copa receloso.
- ¡Estáis tan asustado! - dijo Merlín - Por supuesto, por eso os pusisteis la armadura desde el principio.
El caballero no se molestó en negarlo, pues estaba demasiado sediento.
- Está bien, lo beberé. Vertedlo por mi visera.
- No lo haré. Es demasiado valioso para desperdiciarlo.
Rompió una caña, puso un extremo en la copa y deslizó el otro por uno de los orificios de la visera del caballero.
-¡Ésta es una gran idea! - dijo el caballero.
- Yo lo llamo pajita - replicó Merlín.
- ¿Por qué?
- ¿Y por qué no?
El caballero se encogió de hombros y sorbió el líquido por la caña. Los primeros sorbos le parecieron amargos, los siguientes más agradables, y los últimos tragos fueros bastante deliciosos.
Agradecido, el caballero le devolvió la copa a Merlín.
- Deberías lanzarlo al mercado. Os haríais rico.
Merlín se limitó a sonreír.
- ¿Qué es ? - preguntó el caballero.
- Vida.
- ¿Vida?

- Si - dijo el sabio mago. - ¿No os pareció amarga al principio y, luego, a medida que la degustabais, no la encontrabais cada vez más apetecible?.
El caballero asintió.
- Sí, los últimos sorbos resultaron deliciosos.
- Eso fue cuando empezasteis a aceptar lo que estabais bebiendo.
- ¿Estáis diciendo que la vida es buena cuando uno la acepta? - preguntó el caballero.
- ¿Acaso no es así? - replicó Merlín, levantando una ceja divertido.
"


El Caballero De La Armadura Oxidada - Robert Fisher

Dejando Los Cables Dormir

Dejando Los Cables Dormir
Sometimes we have to let the cables sleep.