Resulta curioso con qué facilidad se nos escapa la vida de nuestras manos. En un segundo está todo, al otro ya no hay nada. Quedan sólo recuerdos, dudas y miedos. Queda abandono, soledad y tristeza. Pienso en lo que pudo haber sido si los hechos se hubieran dado diferentes. Y me quedo en esos pensamientos, me hundo cada vez más en esas historias de ficción que invento para escapar de la realidad, porque extraño lo que se fue. “Lo que se fue”. Ni siquiera me animo a enfrentarlo y decir exactamente qué es lo que se fue. Me duele incluso decirlo.
Es tan natural, tan normal. Aún así le temo. Es el fin de lo que amo tanto. Es extrañar en carne viva. Es la muerte. La muerte de lo que ama este corazón. Mi muerte, tu muerte. Su muerte. O mejor dicho mis muertes.
Y entonces me atrevo a decirlo:”Se murió”. Se fue, ya no está. Caigo en la realidad que me atropella tan fuerte y tan rápido. Caen lágrimas. Mi garganta se cierra, mi corazón se achica. Mi estomago se endurece. Mis piernas y brazos se desvanecen, pierden su fuerza. Mi pecho se agita y toma fuerza: quiere gritar. GRITAR. Gritar de rabia, de dolor. Gritar preguntas que no tienen respuestas. Respuestas. Si tan sólo las hubiere, tal vez se aliviase el pesar.
Y vuelve la rabia con Ése que nos hace humanos, que nos hace tan frágiles. Le reclamo respuestas que no otorga. Le amenazo con odiarlo por el resto de los días, y aún así no contesta.
Luego bajo los brazos, pues me doy cuenta de que es en vano. Sin embargo no es la única “epifanía”: de repente veo que extraño su vida, pero aún tengo la mía. Tengo que superarlo y continuar el camino. Cortar las cadenas de lo que fue y lo que pudo haber sido. Pronto es, pero necesario en fin. Y tratar de no confundirme: no debo olvidar, debo recordar, pero mirando hacia el frente y caminando. Hay tiempo, pero el mundo sigue girando, la carrera está aún en acción y no debo quedarme atrás. No puedo quedarme atrás. Por él. Por ellos. Por mis muertos.
Dedicado a aquellos que se han ido y a aquellos que se quedan aquí, que con fuerza intentan dejar los cables dormir.
Leandro Gómez.
Estoy llorando. Creo que nada más con decirte eso sabés lo que opino del posteo.
ResponderEliminarPero tenés razón, no podemos quedarnos atrás.
No tenes idea la cantidad de veces que tuve que pasar por eso. Igualmente tengo el "don" de, como ya te dije, ser un "robotito logico" y ser demasiado frio cuando me lo propongo. :D esa es mi arma cuando estoy en esa situacion..
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